La Euroliga traiciona a sus aficionados: la Final Four 2025 se traslada a Abu Dabi

La reciente decisión de la Euroliga de trasladar la Final Four 2025 a Abu Dabi ha generado una ola de críticas y preocupación entre los aficionados y expertos del baloncesto. Esta medida, que prioriza beneficios económicos sobre la tradición y el apoyo de la base de seguidores, representa un alejamiento significativo de los valores que han sustentado este deporte en Europa. No se trata solo de un cambio de sede, sino de una declaración de intenciones por parte de los dirigentes de la Euroliga: el dinero manda, y la afición es un factor secundario.

El poder del dinero: cifras que hablan por sí solas

Históricamente, las ciudades europeas que aspiraban a albergar la Final Four de la Euroliga ofrecían cifras que oscilaban entre los 3 y 5 millones de euros. Ciudades como Belgrado, Kaunas o Vitoria han sido anfitrionas recientes de este evento y han conseguido organizarlo con pasión y un gran ambiente, impulsado por la cercanía con los aficionados que llenaban las gradas. Sin embargo, Abu Dabi ha irrumpido en la escena con una propuesta descomunal: 25 millones de euros por una sola edición del evento, una cifra cinco veces superior a lo que cualquier ciudad europea estaba dispuesta a pagar. Esta oferta ha sido determinante para que la Euroliga tome la controvertida decisión de trasladar la sede fuera de Europa por primera vez en la historia moderna de la competición.
Este movimiento no solo responde a una cuestión económica, sino a una estrategia de expansión de la Euroliga hacia nuevos mercados, siguiendo la tendencia de otros deportes como la Fórmula 1, la UFC o incluso el fútbol, con la Supercopa de España también celebrándose en Arabia Saudí. Pero, ¿a qué precio?

Votaciones divididas

La decisión de llevar la Final Four a Abu Dabi no fue unánime. De los trece clubes con derecho a voto en la Euroliga, once respaldaron la propuesta, mientras que dos se opusieron: el Real Madrid y el Olympiacos. Estas dos instituciones, con una rica historia en el baloncesto europeo, expresaron su desacuerdo, reflejando una preocupación por el distanciamiento de la base de aficionados y la pérdida de identidad europea del torneo. Sin embargo, la mayoría de los clubes, seducidos por el dinero y la promesa de expansión, dieron su visto bueno sin demasiadas objeciones.

Reacciones desde el mundo del baloncesto

La comunidad del baloncesto ha mostrado su descontento y preocupación ante esta decisión. Jordi Bertomeu, exdirector ejecutivo de la Euroliga, calificó la medida como «arriesgada», aunque recordó que la competición siempre ha tomado decisiones audaces y él mismo sondeó esta idea cuanto ostentaba su cargo ¿crítica oportunista tal vez?. Por su parte, Theo Papaloukas, leyenda del baloncesto griego, expresó su escepticismo sobre el impacto que este cambio podría tener en la conexión entre el deporte y sus seguidores tradicionales. Otros exjugadores y entrenadores han manifestado su rechazo, argumentando que la esencia del baloncesto europeo se fundamenta en la pasión de sus aficionados, algo que difícilmente se podrá replicar en un entorno tan ajeno a la tradición del deporte en Europa. Difícilmente aficionados del viejo continente se trasladarán a Abu Dabi para seguir la Final Four, en mi opinión, tampoco se respirará por calles el ambiente previo al mayor evento del baloncesto europeo, los petrodólares conseguirán un ambiente descafeinado en aledaños y gradas.

El aficionado, el gran perjudicado

El traslado de la Final Four a Abu Dabi supone un desafío logístico y económico para los aficionados europeos. Los costes de viaje, alojamiento y manutención en una ciudad tan lejana y costosa dificultarán la presencia de seguidores que, año tras año, han sido el alma de este evento. Además, las diferencias culturales y climáticas pueden afectar la experiencia de los aficionados que decidan aventurarse a este nuevo destino.
Pensemos en un seguidor del Panathinaikos o del Partizan, acostumbrado a viajar a ciudades como Berlín, Belgrado, Vitoria o Madrid donde la cercanía geográfica y los precios relativamente accesibles le permitían disfrutar del evento sin hipotecar su economía. Ahora, con Abu Dabi como destino, muchos de estos aficionados tendrán que renunciar a su sueño de presenciar en directo el evento más importante del baloncesto europeo.

El precedente de la Supercopa de España y el peligro de abrir la puerta a más cambios

Este no es un caso aislado. En el fútbol, la Supercopa de España se trasladó a Arabia Saudí en un acuerdo multimillonario que ha generado una fuerte controversia. A pesar de las críticas iniciales, la competición sigue jugándose allí, lo que demuestra que, una vez que se abre la puerta a este tipo de cambios, es difícil dar marcha atrás. La Euroliga, al aceptar la oferta de Abu Dabi, puede estar sentando un peligroso precedente que lleve a más eventos clave a disputarse lejos de su núcleo de aficionados tradicionales.

¿Hacia dónde va el baloncesto de élite?

La decisión de trasladar la Final Four a Abu Dabi es un síntoma más de una tendencia preocupante en el deporte de élite: la priorización de beneficios económicos sobre la esencia y tradición del juego. Mientras las instituciones deportivas buscan expandirse y captar nuevos mercados, corren el riesgo de alienar a su base de seguidores más fieles.
Es fundamental que las autoridades del baloncesto reflexionen sobre el rumbo que están tomando y consideren si este camino, impulsado por el capital, es sostenible y beneficioso para el deporte en su conjunto. La pasión de los aficionados es el alma de la Euroliga, y jugar con su lealtad puede terminar costándole muy caro a la competición.
En conclusión, la Euroliga ha tomado una decisión que, si bien puede llenar sus arcas a corto plazo, podría vaciar las gradas de pasión y autenticidad en el futuro. El baloncesto, como cualquier deporte, pertenece a sus aficionados, y alejarlos podría ser el mayor error que se cometa en nombre del progreso.

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