Esta semana el artículo es un poco especial, seguramente Challen me mate por ello, pero adelante pues, nuestro cofundador, padre de nuestra imagen y nuestro ala pívot particular, así lo merece. Hoy hablamos de nuestro número 12.
Una de las cosas que más me gusta, incluso antes de que la inteligencia artificial llegara a nuestras vidas, es enfrentarme al folio en blanco. Suelo ser bueno sintetizando, pero, en esta ocasión, he de reconocer que ha sido una tarea mental complicada antes de decidirme a hacerlo. Rubén Marín Carpio, conocido por los suyos como ‘Challen’, cumple años hoy, un viernes 13. Lejos de cualquier superstición, es un día que mola.
Realmente, no sé qué decir de él y, casi con total seguridad, no le haría justicia. Es cierto que soy un poco ‘descastao’ y, probablemente, no el mejor de los amigos. Pero de lo que sí estoy seguro es de que soy afortunado por la gente que me rodea y, en ella, Challen es un pilar fundamental. Somos parecidos en algunas cosas, pero diferentes en otras, y eso es una de sus mejores facetas: respetar a los demás, a los que piensan distinto, y estar siempre dispuesto a escuchar. Es un privilegio tener a alguien al lado que sabes que te ayudará cuando lo necesites, al que le puedes escribir un WhatsApp a la hora que sea y que, cuando ve que un día estás furioso, más cerca de la cólera que de la paz, te lleva a tomar un café para que te desahogues.
Juntos hemos pasado momentos de todo tipo, felices y muy malos. Ambos nos hemos visto en nuestros momentos de mayor vulnerabilidad y no ha pasado nada; con él no tienes que ocultarte, puedes ser tú mismo. Porque cuando la cosa está jodida, el uno sujeta al otro y, si la cosa viene muy fea, nos caeremos o levantaremos juntos, pero nunca dejaremos solo al otro.
Challen es ese amigo con el que me he bebido hasta el agua de las macetas, con el que, sin fumar, he ido al Congarra y he pillado todo tipo de colocones porque, como en casi todo, no es el lugar, es la gente. Es ese colega con el que me he bebido una botella de Licor 43 por la noche, con el que he reivindicado, con el que vi cómo nos quitaban el Toblerone, con el que he visto cientos de partidos de baloncesto en la tele y en el pabellón, como un tándem inseparable. Con él hemos hecho mudanzas juntos (varias), es mi compañero de playa dominguera, con el que he ido a una Copa del Rey de baloncesto, vistiendo colores diferentes, o a ver al Madrid a Granada. Esto tiene mérito siendo yo muy madridista (no me oculto) y a él le tiran más otros colores, pero nada, maleta y p’alante. También somos compañeros de trabajo y tenemos juntos una revista digital sobre baloncesto o sobre yo qué sé, porque nos gusta escribir y es un lugar en el que expresarnos mediante la palabra. Y, además, a los dos nos encanta la gastronomía.
No sé muy bien las razones por las que estoy escribiendo esto, lo que sí sé es que se lo merece y que todo lo que diga será un vago reflejo de la realidad. En tiempos en los que lo rápido y lo efímero dominan el ritmo, a nosotros nos gusta tomar un café tranquilos, unas tapas, una cena, una sobremesa; nos gusta la lentitud de las cosas, el disfrutar despacio. De alguna forma, nos hemos convertido en una especie de lugar seguro al que el otro puede acudir, la famosa red de seguridad que dicen los coach modernos actuales. En mi red de seguridad, sin duda, está Challen y, además, tiene una paciencia infinita para aguantarme. Es la familia que se elige.
De naturaleza reivindicativa y casi indomable, todo en su corazón está lleno de bondad, empatía y un sentimiento por los demás increíble. En los últimos años está inmerso en profundos cambios, muy complicados de gestionar, y yo lo único que puedo hacer es ver cómo supera un reto tras otro, aplaudirle y sentirme profundamente orgulloso porque todo lo bueno que le pasa a él me pasa a mí también, como dos vasos comunicantes. En ocasiones no las ve, o al menos no con la nitidez que yo lo hago, pero es normal cuando estás dentro del viaje, y seguro que poco a poco las va asumiendo.
En resumen, es una suerte tenerlo en mi vida, porque todos los jugones sonríen igual, sigue sonriendo, Cha. ¡Feliz cumpleaños! Te quiero.
“Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias”, John Locke.
P. D. No me mates, pero igual el domingo te toca hacer un diseño sobre esto, lo encontrarás en la carpeta de Sonreír es de jugones en versión extendida.
EXTRA: El «4» con muñeca de seda
Y si hablamos de Challen, no podemos obviar su faceta como jugador de baloncesto. Imaginen un ala-pívot, un «4» de manual, raza blanca tirador, y con una muñeca que ya quisieran los escultores. Ha metido canastas que ni la física cuántica podría explicar, algunas seguramente hasta con los ojos cerrados (o al menos así lo parece). El Nowitzki de la SAFA.

