Ricky Rubio, que bueno que volviste

Hablar de Ricky es hablar que el baloncesto es la cosa más importante de las cosas menos importantes. Es una figura mucho más allá del baloncesto, para los que amamos este deporte sabemos todo lo que significa. Un jugón de los de casta, de pura cepa, de los que nos han hecho vibrar, un niño prodigio que vino para ser leyenda del baloncesto nacional y lo consiguió pero que por circunstancias de la vida es un jugón que no siempre sonrió igual.

Debutando en la ACB sólo con 14 años en el 2005 cuando a todos nos resonaba un tal Pau Gasol alcanzando la fama en la NBA y con la que es probablemente la mejor generación de nuestro baloncesto en auge, recordad que ganamos el mundial en 2006. Pensar en Rubio era sin duda pensar en la continuidad del legado que nos estaba haciendo soñar en ese momento. Pero a veces un exceso de futuro mezclado con autoexigencia, presión, síndrome del impostor… llevan a una combinación desastrosa.

La salud mental

Amo a Ricky por varias cuestiones, pero sobre todo llegar a ser ese héroe con superpoderes a la vez que el humano más terrenal de los humanos. Los que me conocen lo saben, como muchos de nosotros, he tenido mis épocas de luces y de sombras. Desde hace algún tiempo conozco el significado de la palabra ansiedad y lo difícil que es a menudo aprender a gestionar todo lo que conlleva y provoca. Rubio puso en el tablero la realidad de muchas personas, una realidad que no entiende de estatus sociales, de éxitos o derrotas, ni de números en una cuenta bancaria. Solo quien ha estado ahí sabe lo pesada que puede ser una sábana y lo difícil que puede significar avanzar día a día. Ser consciente de ello, aprender, crecer y reformularse es un acto de valentía y de rebeldía. Él se alejó del baloncesto, buscando sanar su mente, entendiendo que no todo está sobre la cancha.

Ahora vuelve, donde quiere estar, donde le gusta, donde nuestro deporte favorito le vio crecer y evolucionar, no por los títulos sino por un sentimiento: el amor. Aun con la posibilidad de que este post se vuelva demasiado autobiográfico, que importante es permanecer donde te quieren e irse de donde no debes estar. He aprendido en este tiempo a valorar a los míos, en sentir lo afortunado que soy de tener a quienes me rodean, quienes no juzgan y te acompañan. Esas personas que te cogen de la mano arropando tu sentimiento y tu realidad, poniendo en valor tus emociones y animándote a ser mejor persona, a evolucionar y saber que la mejor versión de ti mismo está por venir, está en ti aunque caigas mil veces y ellos van a estar ahí para celebrarlo contigo y sentirlo casi con tu mismo orgullo. Así que desde este pequeño rinconcito de internet, quiero agradecer a esas personas que incondicionalmente siempre han estado a mi vera, a los de siempre, a los que pasaron solo un rato y a los que han venido de nuevas para quedarse. Que se haga extensible para toda esas personas que han pasado esos momentos y todos esos acompañantes que han hecho de su vida un lugar mejor, como seguramente los habrá tenido nuestro jugón de hoy, muchas gracias por cuidar este loco mundo y hacer prevalecer el amor ante todo el odio que nos rodea.

Lo deportivo

“Ricky Business” lo llamaba Andrés Montes y es que es un hombre de negocios en la cancha. De los que reparten juego y miden el tiempo, un asistente nato que mejoró su capacidad anotadora llegando a su culmen con un MVP en un Mundial que fue un regalo para una selección que no se veía en sus mejores momentos pero que supo anteponerse y poner en valor el equipo, el buen hacer y las ganas de competir. Con una carrera más que destacable en la NBA, siendo un jugador reputado y ganándose el respeto y el aprecio de todos y cada uno de sus rivales y compañeros. He disfrutado cada minuto que lo he visto jugar, desde su prematuro debut a su llegada a la NBA y como en este post comento, pongo muy en valor todo el componente humano que nos ha enseñado. Como es habitual en mí no quiero hablar de estadísticas para eso ya hay otras fuentes y los videos que acompañan este post. Solo quiero destacar, que vale mucho más la humanidad que mil títulos, el saber estar, el respeto, la deportividad y ser una persona íntegra y de valores, por todo eso de corazón esperamos que Ricky vuelva a Sonreír como el jugón que es y que la vida puede ser maravillosa.

Never too low,
Never too high.

 

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